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Niñas pierden su infancia al ser forzadas a casarse, alerta Save the Children

  • agenda8m
  • 18 jul
  • 2 Min. de lectura
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Cada año, más de 12 millones de niñas en todo el mundo son forzadas a casarse antes de cumplir los 18 años, y al menos dos millones lo hacen incluso antes de los 15. Esta práctica, considerada una de las formas más extremas de violencia de género, sigue arrebatando la infancia, la libertad y el futuro a millones de menores, especialmente en contextos de pobreza y crisis.


De acuerdo con la organización Save the Children, el matrimonio infantil avanza tan lentamente hacia su erradicación que, si se mantiene el ritmo actual, podrían pasar al menos tres siglos antes de que desaparezca por completo. La campaña “Casarse no es un juego” busca visibilizar la urgencia de acelerar esta lucha, que no solo implica un cambio cultural, sino también político y estructural.


Las estadísticas más recientes de Naciones Unidas indican que una de cada cinco niñas corre el riesgo de ser forzada a casarse. Aunque en regiones como el sur de Asia se han logrado avances, países como India siguen concentrando un tercio de los matrimonios infantiles a nivel global. Asia representa el 45% de los casos, seguida por África Occidental y Central con el 33%, y América Latina con un 23%.


Esta problemática no ocurre en el vacío: el aumento de la pobreza, los desplazamientos por conflictos armados y los efectos del cambio climático agravan la situación. En comunidades que enfrentan sequías, inundaciones o crisis económicas severas, muchas familias ven el matrimonio infantil como una manera de “proteger” a sus hijas o garantizar su sustento, perpetuando así un ciclo de violencia y desigualdad.


El informe Girlhood de Save the Children revela que dos de cada tres matrimonios infantiles ocurren en zonas con alto riesgo climático, como Sudán del Sur, Etiopía, Bangladesh, Malaui, Burkina Faso o Mali. En estos territorios, la falta de recursos, la interrupción de la educación y la inestabilidad social empujan a las niñas a abandonar su infancia para asumir roles impuestos como esposas.


Níger encabeza la lista global con el 76% de niñas casadas antes de los 18 años, seguido por la República Centroafricana y Chad, ambos con el 61%. Estas cifras no solo reflejan un problema cultural, sino una falla estructural de los gobiernos que no garantizan derechos básicos como la educación, la salud y la protección infantil.


La educación se presenta como una herramienta clave para romper este patrón. El cierre de escuelas o las barreras para que las niñas asistan aumenta el riesgo de que terminen en un matrimonio forzado. Como señala Alicia Moreno, directora de comunicación de Save the Children, “la educación es el motor principal de desarrollo y empoderamiento para estas niñas”.


Historias como la de Kpemeh, una adolescente de Sierra Leona, muestran el valor de resistirse. Sus padres quisieron casarla por no poder pagar sus estudios, pero gracias al apoyo de su prima Kuji —activista y líder de un programa contra el matrimonio infantil— pudo seguir estudiando con el sueño de convertirse en enfermera.


Forzar a una niña a casarse no solo le arrebata su niñez, también le niega la posibilidad de imaginar un futuro distinto.

 
 
 

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